1. ¿Cómo recuperar el crecimiento de la economía?

La economía colombiana ha caído en una trampa de bajo crecimiento. Mientras el país creció a tasas promedio anuales superiores a 4,5% entre 2004 y 2014, el dinamismo reciente ha caído a menos de la mitad, alcanzando apenas 1,8% el año pasado. Esta desaceleración tiene serias implicaciones económicas y sociales. El buen desempeño que tuvo la economía durante más de una década permitió que el desempleo se ubicara por debajo de 10%, que diez millones de colombianos salieran de la pobreza y que cinco millones accedieran a la case media. Con la actual desaceleración, esos logros están empezando a verse amenazados.

Diagnóstico

El principal motor que impulsó el crecimiento de la economía entre 2004 y 2014 fue el auge del sector minero energético, generado por los altos precios del petróleo y una producción creciente de crudo en el país. La destorcida resultante de la caída de los precios internacionales del petróleo no sólo fue el detonante de la actual desaceleración, sino que además desnudó el precario estado de la productividad de la economía, su pobre evolución durante el auge y sus limitaciones para impulsar el crecimiento en el presente. 

El crecimiento de una economía puede provenir de tres fuentes que no son excluyentes. La primera es la expansión de sus factores productivos: mientras más trabajo, tierra y capital tenga una economía, más podrá producir. La segunda es el aumento de la productividad de esos factores. La tercera es un ingreso inusitado de recursos a la economía que financie un crecimiento de la demanda.

El dinamismo que registró la economía colombiana entre 2004 y 2014 fue impulsado principalmente por el ingreso de recursos generado por la bonanza petrolera, que permitió financiar el gasto público y privado, y elevar los niveles de inversión.

Aunque la participación del sector minero energético en el PIB apenas ronda el 5%, ha tenido gran importancia en la financiación del gobierno. Los ingresos públicos provenientes del sector petrolero llegaron a representar más de 3% del PIB en años recientes y a financiar la quinta parte del gasto del gobierno central. Gracias a esos recursos, el gobierno aumentó su participación en la economía y se convirtió en uno de los principales motores del crecimiento. Algo parecido sucedió con la inversión, especialmente la orientada al sector petrolero y a la infraestructura, que duplicó su participación en la economía al pasar de representar 14% del PIB a comienzos de siglo a casi 30% en el pasado reciente. 

Mientras esto sucedía, la productividad del trabajo y el capital en el país permanecía estancada. De hecho, el aporte de la productividad total de los factores al crecimiento económico en lo corrido de este siglo ha sido negativo. Esto significa que el país desaprovechó la oportunidad de mejorar el rendimiento del trabajo y el capital, justo en los años en los que tenía mayores recursos para hacerlo.

¿Cuáles pueden ser las fuentes de crecimiento en la situación actual? Sin los recursos extraordinarios derivados de la bonanza minero energética, el sector público se ha visto abocado a hacer un severo ajuste fiscal que ha diezmado su rol como dinamizador de la economía. Entre tanto, es difícil que la inversión pueda tener un papel más protagónico en el crecimiento, teniendo en cuenta que su participación en el PIB ya se acerca al 30%. A esto se suma el que la fuerza de trabajo está creciendo cada vez menos, por los cambios estructurales de la estructura demográfica del país.

En estas circunstancias, el crecimiento potencial de la economía ha caído a apenas 3,5%, muy por debajo de lo que fue durante más de una década, con el agravante de que se iría reduciendo hasta 3% hacia el año 2030 si no se hace nada al respecto. 

¿Qué hay que hacer?

Para superar la trampa de bajo crecimiento, el próximo gobierno debe propiciar el aumento del volumen de los factores productivos y además elevar su productividad. 

En el ámbito laboral, hay que seguir avanzando en la reducción del trabajo informal, teniendo en cuenta que su productividad es 50% menor que la del mercado formal. Para ello es necesario seguir reduciendo los costos laboral no salariales y disminuir los incentivos a permanecer en la informalidad, como por ejemplo las distorsiones que tiene el plan subsidiado de salud. Así mismo, es esencial elevar la participación femenina en el mercado laboral, que hoy es 20 puntos porcentuales menor que la masculina. Para este propósito hay que buscar la universalización de programas públicos de cuidado de la primera infancia y del adulto mayor, que hoy recaen en forma desproporcionada en las mujeres, especialmente en los estratos más bajos y en el sector rural, y facilitar el acceso de las mujeres más pobres a ayudas humanas y tecnológicas que les faciliten las labores del hogar.

En el campo de la inversión, hay que atacar las circunstancias que restringen el quehacer empresarial, como las altas tasas impositivas y el excesivo costo del capital. De igual manera, es prioritario refinar la estrategia de atracción de inversión extranjera, de modo que se eleve su participación en la economía, se diversifiquen los sectores de destino y se desarrollen clusters que permitan integrar la producción en cadenas globales de valor.

Sin embargo, poco se lograría aumentando el acervo de los factores productivos si no se eleva su productividad. Para ello es necesario avanzar en tres frentes. El primero consiste en superar la inadecuada provisión de bienes públicos, en ámbitos donde fallas de mercado y falencias de la política estatal limiten la disponibilidad de factores productivos. Esta categoría abarca temas como educación, infraestructura y logística, y tecnología e innovación. El segundo frente incluye las rigideces de mercado que impiden que los insumos y activos productivos se distribuyan de la forma más eficiente posible, lo que cubre temas como el comercio internacional, el mercado laboral y el de tierras. El tercer campo corresponde a aspectos regulatorios que generan incentivos adversos e ineficiencias que impactan el crecimiento económico, a través de infinidad de trámites y procesos burocráticos.

Para profundizar en estas propuestas, se puede consultar el documento encargado por Fedesarrollo a Hernando José Gómez y Laura Higuera, así como un resumen ejecutivo en los siguientes documentos de apoyo.

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